lunes, noviembre 6

"ALEA IACTA EST"

"La suerte está echada". Se terminaron las elecciones para elegir a quienes tendrán las riendas del Gobierno, llámese Presidencia de la República, y de nuestro hoy tan deslucido Congreso de la República. Alan García Pérez, quién lo diría?, cumplió su cometido, “cruzó el Rubicón”, logró lo que nadie esperaba, pese a tanta y tanta desventura pasada como el de tener que soportar nuevamente (los peruanos no apristas), la abusiva contratación de “compañeros carnetizados” , como antaño en cuanta entidad pública haya.
“Alea iacta est”, palabras de origen latino, precisamente tienen un significado bastante histórico que nos hace reflexionar sobre ciertos momentos de decisión que tiene el ser humano, decisiones que fueron determinantes para forjar con pundonor el futuro de una Nación. El Rubicón es el nombre de un río del norte de Italia, que en tiempos de la Antigua Roma fluía hacia el Mar Adriático entre Ariminum y Caesena. El río fue importante porque la ley romana prohibía a cualquier General cruzarlo así tuviera un ejército preparado. Era considerado el límite entre la provincia romana de Gallia Cisalpina y la capital romana, de esta forma la ley protegía a la república de una amenaza militar interna. Cuando Julio César cruzó el río en el año 49 aC, persiguiendo a Pompeyo el Grande, rompió la ley e hizo inevitable el conflicto armado. Según Suetonio, Julio César pronunció la famosa frase "alea iacta est" ("la suerte está echada"). A partir de ese momento se inició la guerra civil que mantuvo Julio César con Pompeyo. Esta situación fue provocada al ser nombrado Julio Cesar enemigo público de Roma y desterrado por influencia de Pompeyo en el senado, también provocó esta situación el saqueo de los templos galos y el cambio de monedas de oro por monedas de cobre dorado en los foros romanos de la Galia. Ante esta situación a Julio Cesar no le quedó otra elección que invadir Roma. La frase "cruzar el Rubicón" puede querer decir, por tanto también, tomar una decisión de grandes consecuencias en la vida.
De ninguna manera piense que comparamos al señor García con Julio César, ni al nacionalista con Pompeyo (dicen sus seguidores, que si Alan no convence en un año será removido radicalmente por éste), en todo caso, queremos felicitar la valentía y valorar la decisión del pueblo peruano de tener otra vez que esperar de la buena suerte o del destino, que el tan vilipendiado nuevo presidente haya cambiado, qué en esos diez años de “contumacia gala” haya pensado en todo el daño que hizo a su patria, para que no vuelva a dejarnos tan paupérrimos como el 90. Como también hacer votos porque el grupillo de nuevos congresistas tránsfugas no sean tan conchudos como los que estuvieron, salvo honrosas excepciones. Bueno, “alea iacta est” la suerte está echada... solo nos queda trabajar honestamente y avanzar.

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