martes, noviembre 7

POR LA DESIDIA DE TODOS...

Hoy muy de madrugada, con mucha pena, veía un reportaje de la televisión mexicana sobre los INMIGRANTES. Esas gentes, y los millones que, como ellas, desde todos los rincones del mundo donde hay hambre, desempleo, abuso, opresión y violencia cruzan clandestinamente las fronteras de los países prósperos, pacíficos y con oportunidades; violan la ley, sin duda, pero ejercitan un derecho natural y moral que ninguna norma jurídica o reglamento debería tratar de sofocar: el derecho a la vida, al respeto, a la supervivencia, a escapar a la condición infernal a que los gobiernos bárbaros enquistados en medio planeta condenan a sus pueblos. Los inmigrantes no pueden ser atajados con medidas policiales por una razón muy simple: porque en los países a los que ellos acuden hay incentivos más poderosos que los obstáculos que tratan de disuadirlos de venir. En otras palabras, porque hay allí trabajo para ellos. Si no lo hubiera, no irían, porque los inmigrantes son gentes desvalidas pero no estúpidas, y no escapan del hambre, a costa de infinitas penalidades, para ir a morirse de inanición al extranjero; allí hay empleos que ningún americano, español, francés, inglés, etc. acepta hacer por la paga y las condiciones que ellos sí aceptan.
A veces estas situaciones se muestran contradictorias, pues los inmigrantes al abandonar sus países buscan generalmente lo siguiente: un nivel de vida mejor, que los respeten como personas, que exista legalidad en las empresas que los contraten y principalmente mejorar su aspecto económico para poder enviar dinero a su familia. Por cierto, muy pocas personas logran cumplir sus objetivos.
Apreciamos que esta situación nace por la desidia de todos nosotros, porque teniendo todo no sabemos dar para salir de este atolladero. No queremos salir de tanto atraso económico y social. Somos seres amantes de la mediocridad, pasibles al ocio e irrespetuosidad; a diario elegimos opciones que no deben ser, porque no queremos pensar y dejamos que los “avivatos” hagan festín, al obtener casi siempre con engaños, que nuestras acciones y elecciones favorezcan tan solo a sus intereses personales.
Esta desidia y negligencia de todos, son algunas de las razones de querer abandonar nuestras raíces, buscar nuevos horizontes en otras latitudes, a costa de todo riesgo. Acaso aquí en nuestra patria no podemos correr esos riesgos?. Tenemos que cambiar señores, pues como materia prima, tenemos muchas cosas buenas pero nos falta mucho para ser los hombres y mujeres que nuestro país necesita. Tratemos entonces de pensar en el futuro de nuestros hijos, en enseñarles valores de respeto, honestidad, trabajo, amor y humanidad.

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