jueves, junio 7

YO SOY PERUANO


Un peruano promedio, como tú, como él o como cualquiera: sufrido, triste, sin plata, renegando siempre de todo. De que no hay chamba, de la discriminación, de lo fregados que hemos estado toda la vida, que en mi caso significan unos 30 años. Sí, 30 años de corrupción, de deuda externa, de paquetazos, de colas para el azúcar, el arroz y la gasolina; de coches bomba, de un fútbol estéril de estrellas y sin esperanza. De políticos mediocres, (ineptos e inútiles en verdad) De gobernantes delincuentes, sin clase y sin educación, de esos que se sirven el hielo con la mano, que se abren paso a rodillazos como dementes corceles, y que roban tan magistralmente que terminan exiliados en un país extranjero esperando a que prescriban sus delitos. De esos que te obligan a no querer ser peruano. A tener que exiliarte a miles de kilómetros de distancia de tu mujer, de tu esposo, de tus hijos o de tus viejos. Lejos de tu barrio, de tu esquina o de tus patitas de fin de semana. Sí, así soy yo. Alguien como todo el mundo. Que vive preguntándose hasta dónde, hasta dónde vamos a llegar con tanta corrupción, tanta mentira y tanto robo. Tanto abuso y tanta desconfianza.
Pero que también, así como muchos otros peruanos allá en EE. UU., en Japón, o en cualquier parte del mundo, vive tratando de encontrarle a la vida un lado amable, un lado digno de ser vivido… un lado de humor. Porque es justamente de los tiempos más duros, más jodidos y más difíciles, de donde los humoristas sacan sus temas. Es que los hombres tenemos que aprender a reírnos, primero de nosotros mismos, de nuestras desgracias, de nuestros problemas y de nuestros defectos.
Y así, cuando te levantes un mal día y te mires al espejo, y te veas maltrecho, hasta las patas, decaído, solo, sin un sol en el bolsillo, sin saber de qué te vas a disfrazar hasta fin de mes para llevarte un pan a la boca, y se te escape una sonrisa y te preguntes: “¿de qué me río? De loco, de estúpido o de qué”, es que te estás riendo de ti. Estás empezando a ser un hombre inteligente. Porque sólo un ser inteligente se ríe de su propia desgracia y le hace frente con valor, con la frente en alto y sin vergüenza. Buscándole el lado positivo, amable y divertido a la vida. Ríete del prepotente que te mandonea en el trabajo (porque es un bruto ignorante sin educación), ríete de aquel compatriota tuyo que sin saber él mismo el por qué, no te quiere dar una mano ni enseñar la chamba, ríete de sus idioteces y de las tuyas. Sí. Porque al prepotente, al mandón, al dominante, a ese medio pelo, te lo bajas con humor.
Hace mucho tiempo en España, en la época de la guerra civil, un tribunal condenó a muerte a un comediante, el Sr. Pedro Muñoz Seca. Y en el momento de oír su condena le dijo al juez: “Vosotros me podréis quitar todo. Me podréis quitar mis bienes, mi familia, mi vida si queréis pero hay algo que ni vosotros ni nadie me podrá quitar”. “¡Qué cosa!, a ver ¡Qué cosa es esa!” respondió el Juez. “¡El miedo coño. El miedo terrible a que me fusilen!” Y cómo lo iban a condenar si el tipo se estaba riendo de su muerte frente a su propio verdugo…. Así que échate los problemas a un lado y ríete un poco. Sobre todo, ríete de ti mismo y aprenderás que en esta vida, sin un poquito de amor y humor somos solo polvo. (Comentario escrito el año 2000 – Diario Correo)

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