lunes, agosto 13

¿OTORONGOS SAGRADOS?


A propósito de la elección de la nueva Mesa Directiva del Congreso de la República y del Mensaje del Presidente de la República, nos queda una interrogante pesimista y poco confiable, por cuanto ni uno ni otro Poder del Estado se ha pronunciado sobre el proceso de moralización y anticorrupción en las entidades públicas. Hemos escuchado el mensaje de más de dos horas, en los cuales no hemos escuchado hablar de la tan mentada lucha contra la corrupción la que va tan unida a lo que sería la Reforma del Estado, tema que también fue obviado.
Lo mismo sucede en el Congreso de la República, pues su flamante nuevo presidente aun no se ha pronunciado sobre este problema tan conocido y frecuente en todas las entidades del Estado; y precisamente cuando en el interior del Poder Legislativo se tienen aún pendientes los casos de contratación de trabajadores “fantasmas”, por los congresistas Ricardo Pando y Tula Benites (que por coincidencia votaron a favor de éste). No hay que escandalizarse por el hecho de que las votaciones en el Parlamento, especialmente en uno fragmentado como el actual, sean consecuencia de un 'toma y daca' en función de una negociación cuya complejidad depende de la materia por decidir.
Y como sabemos, así es acá y en todas partes. La diferencia entre un Congreso sólido y decente, y otro frágil e inmoral, es lo que se negocia. En los primeros, la contienda es por objetivos comunes, agendas y programas. En los segundos, la pelea es por intereses particulares, prebendas y sinecuras.
La política consiste, en una democracia, en un enfrentamiento de objetivos y estrategias con el fin de alcanzar resultados que, en teoría, satisfacen el interés común. Se estructura alrededor de partidos que deberían ser organizaciones que se adscriben a una ideología o representan los intereses de un grupo.
En este sentido, un problema central de la política peruana es que la mayoría de partidos es una colección de personas con intereses particulares -con frecuencia subalternos- que se suelen camuflar a través de conceptos como el de 'gobernabilidad' cuyo significado ni siquiera entienden. Ojalá la gestión en el Congreso de Gonzáles Posada, no sea parecido al del último año. Se espera que, como él mismo ha anunciado, tenga una especial preocupación por la transparencia en el Congreso, por lo que debería continuar inmediatamente el proceso de investigación, perdida de inmunidad y/o desafuero, de los casos Pando y Benites que están en marcha, porque de lo contrario perdería toda autoridad moral para fiscalizar, y también para que la población tenga confianza en su parlamento y así no se piense que ahora en el Perú existen “otorongos sagrados”, haciendo alusión a las vacas sagradas de países asiáticos.
El Hinduismo promueve la adoración de los animales. La vaca es concebida como la madre de la humanidad por el nutriente que suministra: la leche. Una madre amamanta a sus hijos sin esperar nada en compensación. De igual forma la vaca nos brinda su leche. Por este motivo la religión Hindú compara la muerte de una vaca con la de su propia madre. Sin embargo, más allá de ésta explicación histórica, la mayoría de las religiones promueven al amor a los seres vivos. Las vacas son el símbolo de todo lo que está vivo, así que para un hindú matar una vaca o hacerle daño es un sacrilegio; pero en Junín sabemos que existe una gran diferencia entre esas vacas y nuestros “otorongos” congresales, por eso pedimos se actúe tan igual o con mayor presión a la de Canchaya, por cuanto existen mayores evidencias contundentes que deben ser investigadas y para que así tampoco otros congresistas continúen con estos actos inmorales, en caso no se tomen acciones inmediatas.

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