martes, noviembre 7

LA PUERTA DE ORO DE LA SELVA CENTRAL


Es la 1.30 de la madrugada, se oye bullicio en la carretera. Se detiene el ómnibus y despierto, siento que los pies me queman, la ropa mojada y una dama de celeste anuncia, sin tener pena de despertar a los viajantes: ¡señoras, señores, todas aquellas personas que lleguen por vez primera a la selva, bajen, bajen pues estamos en época de lluvias y los zancudos transmiten la Fiebre Amarilla! ¡póngase su vacuna que es gratuita! ¡bajen en este momento!. Lo sé, he llegado a Pedregal, San Ramón, temo pasar un mal momento con el insecto aquel, bajo, siento un punzón y me alegro…, por fin en San Ramón. “La Puerta de Oro de la Selva Central”, “El Paraíso escondido de las Flores”, El Distrito de San Ramón, hoy está de aniversario. Avanza el ómnibus, a lo lejos se ve las luces refulgentes de bellos fuegos artificiales, hoy la selva despierta y anuncia talvez la llegada del nuevo mes y de la primavera. Deseo saber más de esta bendita tierra de la orquídea, camino hacia el municipio, todos están de fiesta, quién, podrá referirme? Ahora no hay tiempo, que hacer. Nadie me da razón, y aún más el calor me agobia, deseo tomar asiento aunque sea un segundo, alguien muy amable me lo ofrece, me alcanza su mano, le cuento mi dilema, no hay problema dice, no es mi amigo, pero desde hoy si, pues me ha llenado de toda su bibliografía y estoy feliz.
La población ya comienza a venerar a San Ramón Nonato, un santo que también tiene una historia de misterio, la historia de su nacimiento llega hasta nosotros envuelta con la evidente luz de lo sobrenatural: el milagro. Cuando Ramón vino al mundo su madre había muerto hacía ya veinticuatro horas, considerándose sin vida al propio niño. Su nombre hace alusión a las circunstancias de su venida al mundo. Nonato, significa: no nacido (no nat, en catalán). No nació, porque le sacaron violentamente del seno de su madre muerta. La daga de un cazador fue el instrumento que sirvió para salvar la vida de la criatura.
Era un niño todavía, cuando su padre, temiendo se inclinara hacia la vida religiosa, debido a su gran piedad y afición a los estudios, lo envió a una heredad que poseía para que cuidara de ella, con el único fin de distraerle de sus inclinaciones. Pero un día Ramón oyó hablar de Pedro Nolasco, un hombre de Dios que buscaba corazones generosos para formar su Orden de los Caballeros de la Merced. Y se entrevistó con él en Barcelona, quedando prendido de su misma llama: ¡Redimir cautivos¡, y así después fue asumido a Santo.
Los intrépidos historiadores quienes fueron los primeros blancos que pisaron estas tierras, Fray Jerónimo Jiménez y Cristóbal Larios, pioneros y misioneros que anduvieron sorteando grandes peligros, y que después de recorrer toda la gran selva relataron historias de como se pobló y desarrolló la montaña y que luego de más de cien años de la revolución de Juan Santos Atahualpa, en 1858 habiendo estos ya regresado a su Santa Sede, hacen ingreso las tropas del Mariscal Don Ramón Castilla, al mando del Coronel José Manuel Pereyra Palomino, el mismo que ordena la construcción de un Reducto (Fuerte Militar), en prevención de un futuro ataque por parte de los rebeldes que se encontraban esparcidos por todo el valle de Chanchamayo.
Este Fuerte Militar fue bautizado con el nombre del gran Mariscal: “Fuerte Ramón”, años después se llamaría… San Ramón. Fue fundado el 31 de Agosto de 1847, poseedor de bellas reservas ecológicas “Pampa Hermosa” y cataratas como “El Tirol”, “Villugas”, “Azul Yacu” “Nicayacu”, y la Hacienda el Naranjal. Venga y no se arrepentirá…
(Gracias a un gran señor: Dr. Jarol Leveau, el buen amigo)

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